IMPRESIONES: «Un mar de luto», de Alfredo Martín
Federico García Lorca —quien había nacido en 1898, en Fuente Vaqueros (Granada)— fue fusilado el 18 de agosto de 1936, a sus 38 años, en el camino entre Viznar y Alfacar —también en Granada—, y su cuerpo sepultado en fosa común, sin identificar. ¿Por qué?
«La
casa de Bernarda Alba» (1936), su último texto “completo” escrito en vida, casi
un testamento poético, estrenado en Buenos Aires, en 1945, cuenta la historia
de Bernarda Alba y sus hijas, Angustias,
Magdalena, Amelia, Martirio y Adela y, de ese modo, retrata a su vez el universo
de la España rural de inicios del siglo XX, un mundo impregnado aún entonces de
una atmósfera feudal, medieval, opresiva, que se prolongaría por varias décadas
más y costaría la vida de cientos y miles de personas, entre ellas, la del
propio Lorca.
«Un mar de luto» —el
espectáculo dirigido por Alfredo Martín,
protagonizado por Marcelo Bucossi, Luis Cardozo, Osqui Ferrero, Daniel
Goglino, Ariel Haal, Juani Pascua, Gustavo Reverdito, Marcelo
Rodríguez, Francisco Tortorelli, Miguel Ángel Villar y Juan Zenko, con escenografía de Ariel Vaccaro, iluminación de Ricardo Sica, vestuario de Alejandro Mateo, y la musicalización en
vivo de Julia Mizes— parte del texto
de Federico García Lorca y decide contar
la historia de esta casa, de estas seis mujeres, valiéndose exclusivamente de
actores varones, de cuerpos de varones, para todos los papeles; o, dicho de
otro modo, prescinde por completo de actrices, de cuerpos de mujeres. ¿Por qué?
Tras haber enviudado por
segunda vez, a los sesenta años, Bernarda Alba decreta ocho años del más
riguroso luto, y de ese modo concreta, instaura y legitima, un sistema de
reclusión, puertas adentro, para todos los habitantes de la casa. Se recluyen
las mentes, los corazones, la palabra y —muy especialmente— los cuerpos. Esa decisión
primera es la que le permitirá al poeta desplegar en escena el conflicto opresión/libertad una y otra vez en
variadas formas, aspectos, presentaciones (callar/hablar; quedarse/irse; obedecer/rebelarse;
etcétera). La potencia generadora del conflicto mueve la escena desde el primer
momento hasta el final y su poder destructivo se cobra dos vidas: dos cuerpos
de mujeres, uno dentro de la casa y otro apenas a pocos metros, enfrente. ¿Por qué?
En pleno siglo XXI tomar un
texto de inicios del siglo XX, que a su vez da vida a un mundo casi medieval,
implica no solo distancia temporal, sino un mar de conceptualizaciones que, si
bien son contemporáneas para el espectador, no lo son —al menos en principio— para
el poeta dramaturgo ni para sus personajes. Pero el espectáculo es hoy, es
2023, Buenos Aires, Abasto, y ese contexto es ineludible para poder acompañar
las decisiones que Alfredo Martín y su equipo artístico han tomado. «Los
mandatos de género en la escena lorquiana» es el subtítulo del espectáculo que
se ofrece los sábados a las 22.30 en El
Portón de Sánchez y que desde una mirada contemporánea nos presenta esta
tragedia sobre el sometimiento y la violencia patriarcal, este dispositivo
totalitario orientado a disciplinar los cuerpos y obturar por completo toda
disidencia.
¿Por qué fue fusilado Federico García Lorca?
¿Por qué Alfredo Martín propone un elenco compuesto por estos
cuerpos y no otros?
¿Por qué mueren —al interior de la trama de «La casa de Bernarda
Alba»— los dos personajes que mueren?
¿Será arriesgar demasiado
decir que se trata, en las tres preguntas, en todos los casos, de cuerpos que
podemos llamar, usando con extrema libertad categorías del presente, desobedientes, disidentes, no-binaries,
fluides, empoderados, emancipados, rebeldes?
¿Es el poeta, la poesía, el
teatro, otra cosa que un cuerpo disidente frente al sistema opresivo de turno?
El notable equipo artístico,
comandado por Alfredo Martín, desde dentro y fuera de la escena, logra un doble
efecto con sus decisiones: nos acercan y nos alejan. Ni tan cerca que no nos
permita ver; ni tan lejos que no nos permita sentir. La vigencia del conflicto
núcleo opresión/libertad es evidente
y las nuevas formas que asume, o las nuevas maneras de nombrarlo desde el
presente —por ejemplo, patriarcado/emancipación—
también lo son. Al mismo tiempo, al haber retirado los cuerpos de las mujeres
de la escena, y haber colocado a los cuerpos de los varones como los que
transmiten, padecen, prolongan y ejecutan el dictado del Poder, se produce un
efecto distanciador que habilita el pensar incluso registrando la sensación de
extrañeza y de anomalía.
Acertada decisión, también, haber evitado, en la actuación, el ridículo, la pretensión de “actuar de”, la imitación o la caracterización. Aquí cada integrante del elenco, desde su propio cuerpo, desde su propia identidad y modo de ser, ofrece su cuerpo para contar esta tragedia. En ese sentido, el diseño de vestuario aporta una mirada inteligente y contemporánea, evitando clichés, localismos y cualquier idea de "disfraz": el vestuario logra decir y opinar sobre cada personaje, salir del espaciotiempo de la anécdota y viajar hasta el presente del espectáculo, aportando diseños que, de hecho, podrían haber escapado de una tragedia griega para lograr exhibirse en cualquier desfile o tienda de nuestras modernas ciudades.
«Un mar de luto» retoma la tradición, se nutre de ella, y la trae al presente, haciéndola dialogar con otros discursos y textos, para ayudarnos a pensar nuestro contexto, nuestro mundo aparentemente tan diferente de aquella España rural que pasaría sin escalas intermedias del feudalismo al totalitarismo franquista. Tan diferente sí, y, sin embargo, enfrentado todavía a dispositivos totalitarios y amenazado por señales muy poco auspiciosas. Un mundo, el nuestro, en el que todavía los cuerpos disidentes pagan en muchas ocasiones con su vida el coraje de su insumisión.
(Ph: @IgnacioVerguilla)
Elenco
Marcelo Bucossi, Luis Cardozo, Osqui Ferrero, Daniel Goglino, Ariel
Haal, Juani Pascua, Gustavo Reverdito, Marcelo Rodriguez, Francisco Tortorelli,
Miguel Ángel Villar, Juan Zenko
Cantantes
Daniel Goglino, Julia Mizes, Francisco Tortorelli
Vestuario
Alejandro Mateo
Escenografía
Ariel Vaccaro
Iluminación
Ricardo Sica
Diseño de objetos y diseño
gráfico
Gustavo Reverdito
Música en vivo
Julia Mizes
Fotografía y arte en video
Ignacio Verguilla
Entrenamiento corporal
Armando Schettini
Asesoramiento musical
Pepa Luna
Asesoramiento artístico
Marcelo Bucossi
Asesoramiento teórico
Estela Castronuovo
Asistencia de dirección
Ana Estefania Pasulevicius
Dramaturgia y Dirección General
Alfredo Martín
Prensa
Paula Simkin
Muchas gracias Christian por este bello y potente texto sobre la obra, tan comprometido con nuestra actualidad,
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