IMPRESIONES: "Lo que escriben los espejos", de Alfredo Martín e Ignacio Verguilla
Lo que escriben los espejos es una interesante, rara e inclasificable
película dirigida por Alfredo Martín
e Ignacio Verguilla. Por un lado, en
un primer nivel, se trata de un relato que retrata el proceso de construcción –desde
las primeras lecturas hasta el estreno– del espectáculo teatral Abandonemos toda esperanza, sobre
textos de Florencio Sánchez, presentado por Alfredo Martín y su notable equipo en el teatro Andamio 90 entre 2017
y 2020, y que obtuvo ocho nominaciones a los premios
Trinidad Guevara, tres premios Luisa Vehil y dos premios María Guerrero. Al
mismo tiempo, existe otro nivel de lectura posible –menos manifiesto, pero que
está allí visible– que consiste en una reflexión sobre los modos en que dos
lenguajes (cine y teatro) pueden encontrarse y afectarse.
El primer eje –la narración del
proceso de lecturas, ensayos, construcción de personajes, búsqueda de la
poética de actuación, diseño de espacio, iluminación y vestuario–, logra
escapar en parte al modo más transitado –especialmente cercano a ciertos
formatos televisivos– y que está basado en testimonios a cámara o pequeñas
entrevistas en las cuales el entrevistado suele resumir o relatar un proceso ya
concluido. Aquí, en cambio, la cámara es testigo y también participa en cierto
modo, y se nos muestra, se nos
presentan las escenas que nos hacen
transitar el largo y complejo proceso colectivo –característico del teatro en
general y del circuito independiente en particular– de pruebas, errores,
aciertos, hallazgos, dudas y preguntas.
El segundo eje –la reflexión
sobre el modo en que el lenguaje teatral y el cinematográfico se relacionan–
tiene diversos modos de aparición. Uno de ellos es a través de las anotaciones
(casi siempre, preguntas) que se escriben en una libreta de notas. La
interpretación más directa y evidente sería pensar que es la mano del director
del espectáculo y son sus preguntas o intuiciones. Pero no es necesariamente la
única posibilidad. Y aunque así lo fuera, está claro que la escena en sí está
construida para la película. No se trata de una cámara que pasaba por allí
casualmente y “pescó” al director justo cuando escribía algo, sino de un modo
que encontraron ambos directores para decirnos algo, preguntarnos algo,
dialogar con nosotros, acaso como modo análogo a cierta actuación que busca
“romper la cuarta pared”, pero en el lenguaje cinematográfico. Esas preguntas se escriben, no importa de quién es la
mano. No importa si hay un sujeto o no allí. Esa libreta ¿podría ser uno de los
espejos aludidos en el título? ¿En qué posición quedaría entonces el espectador
que mira esa libreta y ve cómo la pregunta aparece?
Volviendo al primer nivel, al del
relato sobre el “making of” o el “cómo se hizo”, los consabidos testimonios a
cámara acá son sustituidos o reelaborados, y mientras la cámara nos muestra
ciertas situaciones (que pueden ser caminatas, viajes en tren, trayectos en
bicicleta o subte, escenas de la posible vida cotidiana de los actores y
actrices, su trabajo solitario, individual, su propia investigación en torno a
sus personajes), mientras vemos eso, el audio nos cuenta otra cosa, y la
relación con esa otra cosa, por suerte, no es tan obvia y a veces hasta genera
cierta ambigüedad, confusión. Las preguntas aparecen en el mismo instante de
estar asistiendo a la proyección de la película. ¿Está guionado o son palabras
espontáneas? ¿Es ficción? ¿Es documental? ¿De qué están hablando? ¿Qué relación
tiene lo que estoy escuchando con lo que estoy viendo? ¿Son viajes externos o
internos?, ¿reales o imaginarios? ¿Quién está hablando?, ¿la actriz o el
personaje? Las voces no suenan vacilantes ni con el balbuceo típico de estar
pensando algo o recordando “en vivo”, sino con la cadencia de texto leído o
actuado o previamente escrito (tal vez por la misma voz que lo dice). De ese
modo, se generan capas que parecen querer evitar la lectura lineal o lo
fácilmente interpretable. Claro que eso alterna con momentos más “clásicos” en
los cuales las capas de audio e imagen van paralelas y claras y en los que escuchamos,
por ejemplo, los modos en que algunos de los intérpretes se relacionan con la
actuación y sus ideas y experiencias al respecto.
Y retomando el segundo nivel, el
del cruce de lenguajes, y tratando de ir más allá de las anotaciones en la
libreta, o de la propia estructuración de la película en tres actos a través de
“separadores” que muestran una posible página del texto de la obra (de la
dramaturgia del autor), o de las pizarras de la propia filmación y otros signos
manifiestos, hay otro modo que opera todo el tiempo y que parece obvio
mencionar (pero sabemos que lo obvio es difícil de ver, así que vale la pena
nombrarlo): estamos viendo una película, un relato cinematográfico, elaborado
con las herramientas, técnicas, gramática, poética y procedimientos propios de
lo cinematográfico: encuadre, montaje, planos, texturas lumínicas, cambios
cromáticos en la fotografía… y también palabras, sonidos, silencios y música
(responsabilidad de Gustavo Twardy y
de Ricky Parrado, quienes logran
envolver y amalgamar los diversos elementos de la película en una homogénea
sonoridad). Todo eso da como resultado “puro cine”, relatando y mostrando un
proceso que es “puro teatro”. Pero claramente, y se agradece que así sea, no es
teatro filmado, es decir, la película no es Abandonemos toda esperanza, sino que es sobre (¿encima de?, ¿a partir de?) Abandonemos toda esperanza. Y, sin embargo, logra contar el núcleo de
la misma historia, la peripecia central de aquel notable espectáculo, y
presenta al mismo tiempo el otro relato, el del proceso. Y en su modo de
mostrar, de desarrollarse frente a nosotros, la propia película afirma lo
obvio, que es cine, y que su lenguaje trabaja otras materias y otros
procedimientos diferentes a los del teatro.
A esta altura del siglo XXI, en
pleno tercer milenio, está claro que hubo un primer momento en que el cine
“heredó” muchos elementos del teatro y los metabolizó e hizo propios. Y, más
reciente, un segundo movimiento en el que el teatro (desde la dramaturgia y
desde la dirección) tomó muchos elementos del lenguaje cinematográfico y los
hizo propios. Así que, hoy por hoy, hablar de teatro o cine “puros” casi no
tiene sentido. ¿Qué es lo específico teatral? ¿Qué es lo específico
cinematográfico? Alguno podrá decir que la imagen es lo específico cinematográfico,
y podríamos responder mostrando que existe una fuerte tradición de teatro de la
imagen. Y a cada respuesta le seguiría alguna posible refutación o
contraejemplo. ¿Hay modos de pensar y narrar específicos de uno y otro
lenguaje…?
Lo que escriben los espejos no es un ensayo filosófico, ni una obra
de teatro, sino una película. Una película técnicamente impecable, con algunos
momentos de gran belleza, responsabilidad del notable trabajo de fotografía,
encuadre y cámara. Y, como película que es, no pretende dar todas las
respuestas, sino que formula y anota en su libreta-espejo algunas preguntas,
mientras cuenta su historia y despliega su propio lenguaje frente a los
espectadores que asistimos al espectáculo desde el otro lado de la pantalla,
desde el otro lado de los espejos.
Elenco: Marcelo Bucossi, Julia
Funari, Maria Fernanda Iglesias, Nicolás Barsoff, Lorena Székely, Mariano Falcón, Cinthia de Marco, Luciana Procaccini, Julián Belleggia, Gustavo Reverdito, Laura Canteros, Héctor Calmet, Fernando Díaz, Jess Menéndez,
Laura Calderón, Ángel Blanco, Lorena Daufi, Rosana
López, Gabriel Oscar Pérez y Germán Giacalone, Felipe Mariuzzi y
Armando Schettini.
Duración: 95 minutos
Formato de
Rodaje: 4K
3840 x 2160
Guion,
Dirección y Montaje: Alfredo Martín e Ignacio Verguilla
Dirección de
Fotografía, Encuadre y Cámara:
Ignacio Verguilla
Producción: Tres Pasos Cine y El Paraíso Espacio Teatral (en coproducción con
Andamio ’90 y Ricky Parrado)
Asistencia de
Dirección: Fabián Roberti y Marcelo Bucossi
Sonido: Ricardo Jiménez
Música Original: Ricky
Parrado y Gustavo Twardy
Viernes 8, 15, 22 y 29 de abril, 20.30 hs.
Sala de Teatro Ana Frank, Superí 2639
Entradas $600 (Alternativa Teatral)
Tráiler: https://youtu.be/QQnOnrMfZJM
Lo que escriben los espejos es
una película que trasciende el documental de observación, y se aventura en
terrenos más inestables en los que conviven planificación y azar, vida y arte
en una totalidad armónica. Partimos del registro obstinado del largo proceso de
construcción de una obra de teatro independiente -que abarca la dramaturgia, el
período de ensayos y las funciones con público- y desde allí, tensamos esa
cuerda documental para que suenen diferentes notas: desvíos hacia la ficción,
desvanecimiento de los límites entre intérprete/persona/personaje, y una
voluntad de interrogar verdades, a través de una estructura en constante
movimiento, que rompe la cronología y horada esa doble condición de los actores
y actrices, en tanto personajes de la obra teatral y de la película. Buscamos
rodear la creación, registrarla desde todos los ángulos posibles que nos
permite esta experiencia, y qué en ese juego de espejos entre cine y teatro,
resuenen y se multipliquen sus efectos.
Alfredo Martín e Ignacio Verguilla
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